Una mirada hacia uno mismo en tiempos de Covid-19
Durante los diferentes períodos que han transcurrido desde el inicio de los contagios por el Covid-19 la sociedad ha pasado por diferentes etapas, hasta ahora insólitas, como son la suspensión de las clases escolares, el asilamiento domiciliario, la instauración de horarios de salida a la calle, la regulación de actividades habituales y horarios, la aplicación de protocolos para relacionarnos de otra manera con medidas de prevención y protección. En definitiva, un escenario nuevo, incómodo y tremendamente doloroso por la cantidad de víctimas que la enfermedad se está cobrando.
Desde el ámbito de la filosofía permanecemos atentos a las repercusiones que está teniendo en las personas y en su propia identidad. La filosofía analiza, cuestiona, mira qué ha pasado. Como la lechuza de Minerva que echa el vuelo al atardecer para mirar y analizar la realidad, tras los acontecimientos, para orientar después a las personas.
Todo este período está abriendo espacios desconocidos en nosotros, que no siempre somos capaces de aceptar y asumir, nos sitúa en posiciones abismales donde comprobamos que nuestras certezas y asideros no lo son tanto, donde nuestra capacidad de vivir en la incertidumbre nos genera ansiedad y un tremendo malestar.
Pero, ¿cómo estamos gestionando esta realidad? ¿Cómo nos está afectando?
“La vida se asemeja más a la palestra que a la danza, ya que debemos estar preparados para aguantar a pie firme lo que nos sobrevenga, aunque sea imprevisto”, nos señala Marco Aurelio, emperador romano y filósofo estoico. A lo largo de la vida hay sucesos inevitables, pero depende de nosotros qué hacemos con lo que nos pasa.
¿Qué estoy descubriendo de mi mismo a partir de esta situación que estamos viviendo?
Marco Aurelio nos explica también: “Cava en tu interior. Pues en tu interior está la fuente del bien, que seguirá brotando mientras caves.” Los filósofos estoicos nos recuerdan lo importante que es el autoconocimiento, la propia mirada interior para tener verdadero bienestar, pero no esa clase de “bienestar” que consiste en el puro placer, la comodidad o el divertimento, sino en el verdadero bienestar que emerge con la aceptación de la verdad.
¿Cuánto de mi sufrimiento es dolor real y cuánto está condicionado por mi forma de interpretar la realidad?
Nuestro sufrimiento emocional acerca de lo que sucede o nos sucede va estrechamente unido a un componente racional, pensamientos que contienen creencias, generalizaciones, sesgos cognitivos o juicios limitados acerca de la realidad. Emoción y pensamiento están estrechamente unidos.
Cómo y dónde ponemos en foco de nuestra atención, qué pensamientos brotan en esa interpretación de los hechos está vinculado con nuestro sufrimiento emocional: “cómo me ha podido pasar esto”, “la vida es injusta”, “nunca conseguiré…” “si las cosas fuesen de otra manera yo sería…”. Todos estos pensamientos constituyen el diálogo interno que todos tenemos y que está especialmente presente en las situaciones de sufrimiento emocional. Pero no siempre somos conscientes de ellos o somos capaces de darnos cuenta de que son pensamientos limitados.
¿Cómo consigo tener un verdadero bienestar vital? ¿cómo consigo liderar mi propia vida?
En las consultas de asesoramiento filosófico acompañamos al consultante a tomar conciencia de ese diálogo interno para cuestionar esas creencias que impiden ese bienestar real del que hablábamos.
En nuestros esquemas vitales tenemos ideas acerca de cómo es la realidad, qué podemos hacer con ella, qué es lo bueno y cómo podemos llegar a ello, qué normas, valores o reglas debemos seguir para alcanzarlo, si tenemos o no pensamientos coherentes, etc. Estos esquemas son filosóficos y forman parte de nuestra vida como seres humanos.
¿Qué has descubierto de ti mismo durante el confinamiento? ¿Qué es lo que más te ha costado? ¿Qué pensamientos se han repetido de forma habitual?
Las dificultades con las que nos encontramos en nuestro día a día son connaturales a la propia vida, y por ello tienen una raíz filosófica. Son comunes a todos los seres humanos, porque parten de las grandes preguntas que se han hecho los seres humanos a lo largo de la historia: quién soy, cómo quiero vivir, qué me espera… por eso son filosóficas.
Bien por una necesidad concreta, como la necesidad de tomar las riendas de nuestra vida tras un cambio; afrontar un duelo; la dificultad de tomar decisiones en nuestro ámbito personal, familiar o profesional; la búsqueda de orientación para saber qué queremos hacer o qué queremos estudiar o si queremos o no ser padres; o para vivir con mayor autenticidad, serenidad o conciencia acerca de cómo queremos vivir o cómo queremos desarrollar nuestro proyecto de vida, la consulta de filosofía nos ayuda a recuperar nuestra esencia y cerrar las heridas que nos impiden desarrollar una vida plena y auténtica en el presente
El diálogo que se establece entre asesor y consultante busca aclarar la filosofía personal propia del consultante, alinear sus valores con sus deseos y objetivos, detectar patrones y creencias limitadas, y favorecer la coherencia interna para desarrollar una vida consciente y plena.
El objetivo de la filosofía y por tanto de las consultas es la búsqueda de la verdad sobre nosotros mismos para vivir con un verdadero bienestar y conciencia, tener las riendas de nuestra vida, no la asimilación de “herramientas” o “recetas” de otros para guiar nuestra vida.
¿Qué he sentido durante el confinamiento? ¿Cómo ha afectado a toda la familia? ¿Qué pensamientos y emociones han sido recurrentes? ¿Qué me ha ayudado a estar mejor? ¿Cómo me siento ahora? ¿Las dificultades por las que hemos pasado me han hecho tener que tomar decisiones complicadas?
Comprueba cómo puede ayudarte el asesoramiento filosófico. Solicita una consulta individual presencial u online a través del formulario de contacto.
La crianza como el encuentro con la propia identidad
¿Cómo puede la filosofía ayudarnos a educar? ¿Qué necesitamos saber para educar a nuestros hijos y disfrutar de la crianza?
El pasado 20 de febrero participé en el programa de radio Atentamente, con Inmaculada Jabato en Canal Sur Radio, para dialogar acerca de la educación y la crianza de los hijos, en dicha entrevista di alguna pincelada de mi enfoque personal para abordar la crianza.
Os dejo la entrevista:
Y el programa completo aquí.
Maternidad e identidad
En las últimas semanas me he topado con la polémica surgida en torno a las opiniones suscritas por una conocida periodista acerca de su visión experiencial de la maternidad. Compruebo que los que se posicionan en uno u otro lado opinan de forma categórica si es lícito o no sentirse así tras haber sido madre.
No voy a valorar si estoy a favor de una u otra opinión, creo que la escala de grises existe para hacernos ver que diferentes perspectivas pueden sumar para acercarnos a la verdad y esta, no obstante, aún puede ser cuestionada si se aborda con nuevos y sólidos argumentos.
Mi reflexión no entra en si la maternidad es o no un sacrificio, lo es. Lo que me parece más relevante es cómo abordamos la maternidad. No hay dos visiones iguales, porque cada visión es fruto de una manera de concebir el mundo y a nosotros mismos. La experiencia de ser madre es una experiencia radical, y con ello me refiero a que mueve lo más profundo de nosotros mismas. En mi propia piel he experimentado el sentir de esta radicalidad porque me ha conectado con la reflexión acerca de mi propia identidad, de mis valores, mis creencias y prejuicios acerca de la ardua tarea de ser madre. En mí han surgido reflexiones acerca de quién soy y si ese es mi verdadero ser, si mis valores son míos o son heredados, si mis ideas preconcebidas acerca de la maternidad y la educación se sostienen cuando me he enfrentado al devenir de mi propia experiencia.
Ser madre es difícil y también es una oportunidad para ahondar en nosotras mismas. Es una experiencia catártica, abrupta en algunos momentos y liberadora en otros. El tiempo para una misma se esfuma y es un reto encontrarlo. La pareja sufre vaivenes emocionales. La vida familiar extensa se descoloca y se recoloca. Surgen nuevos ámbitos en los que tenemos que poner límites, los personales, los familiares, los profesionales. Surgen infinitas dudas acerca de cómo educamos, si lo hacemos bien o no a la vista de nuestro propio juicio y el de los demás. Si queremos criar a nuestros hijos de acuerdo a unas ideas u otras y si esta pretensión se cumple o no.
Pero la clave, en mi opinión, no es cuánto de duro es esto, sino cómo lo vivimos, cómo lo gestionamos, con qué nos conecta. Cuando nos hacemos preguntas, cuestionamos los muros que ingenuamente habíamos construido cuando creíamos que eran definitivos, cuestionamos las creencias en las que cimentamos nuestra visión acerca de la maternidad y de las madres que conocíamos, cuestionamos nuestras ideas preconcebidas acerca de cómo íbamos a vivir, experimentar y saborear tan ingente reto. Pero, cuestionar no es malo, sino todo lo contrario. Cuando nos preguntamos, ahondamos y aunque encontremos grietas en nuestra estructura vital, por estas grietas se cuelan nuevos flujos de vida que nos refrescan la visión que teníamos, la amplían, la transforman durante este proceso de autoconocimiento.
El hombre nada más que desea la verdad en un sentido análogamente limitado: ansía las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que mantienen la vida; es indiferente al conocimiento puro y sus consecuencias e incluso hostil frente a las verdades susceptibles de efectos perjudiciales o destructivos.
Nietzsche, F.: Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Madrid, Tecnos, 2000.
Manuales de crianza versus autoconocimiento
Las librerías están llenas de manuales de crianza. Cuando los futuros padres se preparan para afrontar la experiencia más intensa de sus vidas acuden a manuales, charlas, grupos, web llenas de consejos. Es algo habitual, normal. Pero cuando la realidad entra por la puerta de su casa surgen muchas inseguridades, creencias limitadas acerca de cómo deben ser las cosas, cómo deben ser los niños y cómo deben actuar ellos, pero aunque haya unas pautas generales cada niño es único y sus padres también y no funciona la receta para todos. Por otro lado, el exceso de información y de pautas pueden generar mucha más inseguridad. Este artículo me pareció muy interesante.
Podemos leer muchos libros, asistir a talleres, aprender herramientas que podemos usar con mayor o menor éxito. Sin embargo, cada familia, cada persona tiene unos valores, creencias y estilo de crianza muy diferentes. Por ello, es complejo que esas herramientas nos sirvan a todos. Yo abogo por construir un proyecto familiar propio en el que estén alineados nuestros propios valores y creencias dotando de sentido nuestro proyecto de crianza ajustado a quiénes somos.
Considero fundamental orientar y acompañar a las familias a encontrar su propio proyecto que alivie la autoexigencia y filtre la información que nos bombardea.
¿Estamos medicalizando la vida?
Allen Frances ha dirigido durante años el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM), en el que se definen y describen las diferentes patologías mentales. En su libro ¿Somos todos enfermos mentales? (Ariel, 2014) Allen, advierte de la creciente medicalización de la vida.
Lo que Allen cuestiona con esta reflexión y como experto en salud mental no son casos claros de enfermedad mental, patologías más o menos graves. Lo que cuestiona es si se está diagnosticando como enfermedad aquello que es, en realidad, un proceso vital común de tristeza, fracaso o preocupaciones.
Por ello, comienza analizando “qué es normal y qué no lo es”.
En una entrevista, Allen cuestiona la ampliación de la lista de patologías, por considerar que muchas de estas son comunes y frecuentes y forman parte del propio desarrollo de la vida, como un duelo por un ser querido, o una etapa de tristeza.
“Si vivimos inmersos en una cultura que echa mano de las pastillas ante cualquier problema, se reducirá nuestra capacidad de afrontar el estrés y también la seguridad en nosotros mismos. Si este comportamiento se generaliza, la sociedad entera se debilitará frente a la adversidad.”
¿Cómo podemos afrontar las dificultades vitales, los períodos de sufrimiento, de inseguridad? ¿Tenemos herramientas para afrontar nuestros problemas?
Nuestro trabajo como asesores filosóficos es acompañar al consultante para que afronte sus procesos vitales, inquietudes, necesidades, cambios, duelos, para que viva con autenticidad y aborde el significado de sus pensamientos, emociones y comportamientos para conocerse mejor. No creemos en recetas mágicas que valen para todos, sino en abordar el camino del autoconocimiento para liderar nuestra propia vida.
Libertad y responsabilidad
En realidad, lo interesante de la libertad y de la responsabilidad no es buscar culpables, sino poder afirmar que los seres humanos somos dueños de nuestras vidas, al menos en parte, que tiene sentido defender las libertades y que somos capaces de ir más allá del mero mecanismo de la naturaleza, de apreciar cosas tales como la dignidad y de actuar valorando a los seres humanos por su valor interno y no por su utilidad. Si no somos protagonistas de nuestras vidas, al menos en parte, no tiene sentido la educación ni tampoco las críticas a esta sociedad injusta en la que nos ha tocado vivir, y nunca mejor dicho. Lo interesante de la libertad no es que nos invita a buscar culpables, sino a sabernos responsables de nuestro mundo, capaces de transformarlo desde proyectos valiosos.
Cortina, A.: Neuroética y neuropolítica. Madrid: Tecnos, 2011.
La lectura de esta cita de Adela Cortina, nos impulsa a mirarnos y ver sobre qué creencias acerca del mundo y acerca de nosotros mismos estamos funcionando. Cuando tomamos conciencia de nuestras capacidades, de nuestro saber interno, tomamos el impulso que necesitamos para enfrentarnos a los desafíos, a los retos vitales, los que podemos elegir y los que nos vienen dados. Aprender a mirar requiere cuestionar, preguntar, clarificar, reconocer y aceptar.
Educar desde el asombro, desde la mirada hacia uno mismo y hacia nuestros hijos o alumnos, que no busca juzgarnos a nosotros ni a ellos, sino despojarnos de lo accesorio, que clarifica, que cuestiona, para quitarnos las mochilas que nos sobran y que creemos que nos protegen.
Con la práctica filosófica podemos embarcarnos en este terreno, no como medio sino como fin, tanto en consultas individuales como en talleres en grupo que perfectamente se pueden realizar presenciales u online en ambos casos.
En los talleres construimos una comunidad de investigación para deliberar, pensar, reflexionar, compartir experiencias, argumentar y clarificar nuestra propia visión gracias al diálogo con los demás y la valoración de otras perspectivas.
En consulta individual hacemos un trabajo personal de acompañamiento para poner luz en aquellas cuestiones fundamentales que necesitan ser clarificadas para vivir con autenticidad y plenitud nuestra propia vida y tomas las decisiones que mejor se ajustan a nosotros.
